Me han dicho un dicho…


“Mom, what does that proverb mean, ‘he who doesn’t run flies’?”
“I don’t know. I never understood it.”

(English follows Spanish)

Nada refleja con tanta precisión la sabiduría popular como los dichos y refranes. Una herramienta a la que acudimos de manera natural y nos ha sido heredada básicamente por tradición oral. Son también los refranes una reflexión propia y tal vez inconsciente de muchos de nuestros patrones culturales y por qué no, un paso elemental en la construcción de nuestro propio camino hacia la inteligencia cultural.

La inteligencia cultural es definida por Thomas & Inkson como la capacidad de interactuar de manera efectiva con personas de diferentes antecedentes culturales, una competencia múltiple que consiste en el conocimiento cultural, la práctica de atender (podría añadir la aprehensión mental del conocimiento adquirido) y una serie de habilidades en el comportamiento.

Y entonces, ¿qué tienen que ver los refranes con toda esta teoría? Yo insisto que mucho, pues son una guía de origen popular que nos orientan en conocimiento, aprehensión del conocimiento y por supuesto el comportamiento. Veamos algunos.

  1. No todos los dedos de la mano son iguales. Por supuesto, todos lo hemos visto y sabemos que cada uno difiere en tamaño y funcionalidad. Nos dice brevemente que somos diferentes e iguales a la vez, todos son parte de una mano (unidad) pero todos son diferentes (diversidad) y conviven armónicamente, se necesitan mutuamente. Una mano sin dedos no es mano, y una mano que no tenga cinco dedos no funciona bien. Por cierto, ¿recuerdan el gringo chévere? pues me encontré el anti-chévere en la misma empresa. Definitivamente, no todos los dedos de la mano son iguales.
  2. A la tierra que fueres haz lo que vieres. Nada más cierto. Cuando nos enfrentamos a un nuevo entorno (corporativo, geográfico), nos enfrentamos a muchos comportamientos que tal vez nos sean ajenos. Hacer los que vemos, no se limita a imitar sino promueve la adaptación de nuestro comportamiento al nuevo lugar. Detrás de este cambio por supuesto debe estar el conocimiento (el por qué) y la aprehensión mental del mismo (entendimiento). Si se cuenta con estos dos últimos, muy seguramente “hacer lo que vemos” no será motivo de choques culturales.
  3. Cría fama y échate a la cama. Cuántas veces no somos relacionados por buena o mala fama que nos corresponde. Los latinos tenemos fama de impuntuales, y también de alegres. Esto corresponde a los estereotipos, que si bien son reales y ciertos, también lo es el hecho que basarnos sólo en estos puede llevarnos a juicios y malentendidos que generen choques personales, culturales y sociales.
  4. De tal palo … Tal astilla. Somos herederos de genotipos y fenotipos que determinan nuestra apariencia física, pero también heredamos comportamientos, valores, creencias que nos hacen parecer (la gran mayoría de veces) a nuestras familias (padre, madre, hermanos, abuelos, etc). Sin duda alguna heredamos patrones culturales, que se modifican únicamente con la determinación de aprender nuevas habilidades, de interactuar con entornos diferentes a los de nuestra infancia y sin embargo, muchas de nuestra formación de casa permanece para toda la vida, ya saben hijo de tigre sale pintado.

Y los anteriores son tan sólo un ejemplo de tantos que hay en cada lugar, por esto todos los paquetes Cultural Detective contienen refranes/dichos de cada cultura. Le invito a que piense en sus refranes más recurrentes y que descubra cómo se relaciona con lo que podría describir como su cultura. Le invito además a que publique los que quiera compartir y nos comente cómo estos refranes se relacionan con los temas que tratamos diferentes autores en este blog.

Amanecerá y veremos…

They have told me a saying…

(translated by Dianne Hofner Saphiere)

Nothing reflects popular wisdom with as much precision as do proverbs and sayings. Proverbs are tools that we come by naturally and that we basically inherit through oral tradition. Proverbs are a reflection of ourselves and our often unconscious cultural patterns. They can also serve as a key step in our own path towards cultural intelligence.

Cultural intelligence is defined by Thomas & Inkson as the capability to deal effectively with people from different cultural backgrounds. It is a multifaceted competency consisting of cultural knowledge, the practice of mindfulness, and a repertoire of behavioral skills.

But what do proverbs have to do with all this theory? In my opinion a lot; they are a popularly originated guide to knowledge, to recognition of our knowledge, and to behavior. Let’s look at a few.

  1. Not all fingers on a hand are equal. Of course we all know that each finger is different in size and function. This brief saying tells us that we are all different and yet all the same. We are all part of one hand (unity) and each of us is unique (diversity). Unity and diversity live together in harmony and mutual necessity. A hand without fingers is not a hand; a hand without five fingers doesn’t function well. Do you remember, “El gringo chévere/The cool gringo”? Well, I met the anti-cool-gringo in that same organization. Definitely not all the fingers of a hand are equal!
  2. When in Rome do as the Romans do. Nothing could be truer. When we find ourselves in new places (corporations, geographies), we may be faced with many behaviors that seem strange. When we see differences, do we mimic the behavior we see, or do we truly try to adapt our behavior to the new place? Underneath any effective adjustment must be knowledge (the why) and mental comprehension (understanding). If we remain conscious of these two things, “doing as we see” will not cause cultural bumps.
  3. Breed fame and throw yourself into bed. How many times are we prematurely judged? We Latinos are famous for our unpunctuality, as well as for being happy. These are stereotypes. While they have some sense of reality and truth, basing our actions only on these perceptions will cause judgments and misunderstandings that lead to interpersonal, cultural and social miscommunication.
  4. Like father, like son. We are heirs of genotypes and phenotypes that determine not only our physical appearance but also our attitudes, values and the beliefs that (usually) make us part of our families. Without doubt we inherit cultural patterns that we modify only with the determination to learn new skills, to interact with environments different from those of our childhood. Even so, many of our formative experiences in the home follow us throughout our entire lives. As they also say, “the son of a tiger comes out with stripes.”

These proverbs are just a few examples out of many that exist in each place. That’s why every Cultural Detective package includes sayings and proverbs of each culture. I invite you to think about the proverbs you hear most frequently, and to reflect on how they relate to what you might describe as your culture. I invite you also to share with us some of those proverbs, and explain how they relate to the themes taken up by the various authors of this  blog.

I look forward to hearing from you…

El “por qué” de Dianne

El pasado mes de mayo tuve la oportunidad de conocer a Dianne Hofner siempre sonriente y con sus ojos azules que irradian simpatía por doquier. Me atrevería a afirmar que todos los departimos con ella en algún momento, tuvimos algo que aprender. El objetivo principal de su primera visita a este país tropical, era el de compartir su conocimientos y experiencias en un tema que aquí vagamente se comenta.  Ella llegó con su lupa, a abrir el ojo y abrirnos los ojos, a hablar de temas interculturales y generar esa sensibilización tan necesaria para que nos preparemos y seamos exitosos en un mundo globalizado que no da marcha atrás.

Como era de esperarse, por lo menos para mí, al aterrizar encontró un sentir común que al unísono le pedía esas fórmulas y recomendaciones que nos ayudaran a cambiar y ser un poco menos colombianos. Es parte de lo que somos, si el término se pudiera extrapolar de campañas de mercadeo, vivimos tratando de emular otras culturas que podríamos denominar aspiracionales.

Tal vez sean rezagos de una historia colonialista de varios siglos atrás, y de los acontecimientos de la historia reciente que por tantos factores socio-políticos nos mantuvieron al margen del escenario internacional. Vivimos por un tiempo cuasi encapsulados. Nadie venía por los motivos que menos nos enorgullecen, y pocos podían salir por restricciones en las fronteras y la misma economía que dejaba en manos de unos cuantos esta posibilidad. Lo triste es que ahora que, para bien de tanta gente emprendedora de esta tierra pujante, nos abrimos al mundo no sabemos cómo integrarnos. A pesar de ser heterogéneos y diversos, podría afirmar que somos mono-culturales, lo que representa que carecemos como sociedad de esas competencias que nos permiten ser realmente globales desde el punto de vista cultural.

De la visita de Dianne yo aprendí algo más. Me ofrecí de voluntaria para ser su guía en La Candelaria, con la certeza casi meridiana de conocer los detalles que podrían ser interesantes a lo largo del recorrido entre el Museo del Oro y la Plaza de Bolívar, lo que los bogotanos llamamos coloquialmente darse un “Septimazo” pues se recorre de norte a sur unas cuantas calles, la Carrera Séptima en el centro de la ciudad.

La Candelaria es una zona pintoresca de marcada herencia española, con casas de bahareque, patios centrales y balcones de madera. Está rodeada de montañas muy verdes que pertenecen a la cordillera oriental y que forma parte de los Andes que se derivan hacia Venezuela. Alberga nuestra plaza central llamada Plaza de Bolívar, lugares emblemáticos como el Museo Botero, Museo del Oro y otros tantos que hacen latente el rastro de nuestra historia como herencia viva de nuestra vida cotidiana. Desde la Plaza de Bolívar se divisa el Museo del 20 de julio, allí mismo donde se gestó nuestro primer grito independentista el 20 de julio de 1810.

Nuestro recorrido comenzó bien y entramos a unas galerías artesanales que reflejan la diversidad de nuestro país. Tenemos cinco países en uno demarcados por el relieve. Diferentes en clima, costumbres, comidas y, expresiones artísticas y culturales. Hasta ahí me iba bien, pude hablar sin problema de culturas precolombinas como Calimas o Taironas, hablar de Muiscas y Chibchas. Tomamos luego la Séptima, y pasamos por plazas, edificios, vimos artistas callejeros y finalmente arribamos a la Plaza de Bolívar, el corazón de Bogotá a 2630 metros más cerca de las estrellas. Pude contarle de los edificios de gobierno, de la Catedral Primada, y de la habitual visita de las palomas que llegan a comer. Iba bien con fechas y personajes de nuestra historia…pero cuando llegamos a uno de los museos mi cara cambió.

Le dije a Dianne: esta es la casa de Manuelita Sáenz eterna enamorada de Simón Bolívar. Ella era quiteña pero nunca se casaron, proseguí, a lo que Dianne contestó: ¿y por qué? Ahí todo cambió en este recorrido… no sé cuantas veces he caminado La Candelaria en mi vida y nadie hasta ese día me había preguntado un “por qué”. Ninguno de nuestros demás acompañantes tuvo tampoco respuesta.

Pregunta básica y esencial para comprender las cosas. El qué simplemente nos describe los hechos, lo que vemos y el por qué nos descubre la causa. El por qué y el qué se relacionan como la causa y el efecto. Entender su relación es una de las claves para entender lo que nos es diferente, ya sea un idioma, comportamiento, costumbres, creencias y/o valores. Un “por qué” en el momento preciso permite que se generen puentes de entendimiento y también puede ser la puerta mágica que nos permita traspasar la barrera de la “mono-culturalidad” al hacernos visible aquello que no es evidente.

Volvamos a Manuelita. Ese día sólo me dije, tengo que volver a leer porque me enseñaron tanto de Simón Bolívar que la vida de Manuelita fue únicamente un episodio de aquellos con toques novelescos que también se ven en las clases de historia patria. Ese día como hace muchos años no lo hacía, me senté a leer la biografía detallada de Manuela Sáenz. Esta vez con la comodidad de la tecnología a un clic de distancia pude recorrer su vida, sus esfuerzos y el gran amor prodigado a Simón Bolívar el cual la convirtió en una pieza estratégica de la campaña libertadora. También aprendí que Manuelita y Bolívar no se casaron porque ella era casada cuando lo conoció y dejó su esposo por irse tras el Libertador. Por su parte él se había casado muy joven en España y enviudó al poco tiempo, por lo que prometió nunca más volverse a casar. Así supe se juntaron él viudo y ella casada y ¡por fin tuve una respuesta para Dianne!

Ese día también entendí esa etapa del “por qué” en los niños cuando al crecer exploran el mundo y quieren simplemente entender. Los niños tan auténticos y genuinos, con una mezcla maravillosa de inocencia y absoluta falta de timidez, que siempre preguntan y sus por qué los llevan a los qué y de los qué, van formando ideas, conceptos, valores y creencias.

Sería tan simple entonces volvernos niños y como Dianne preguntar ¿por qué? cada vez que sea necesario.

Entonces ¿por qué será nos cuesta tanto hacerlo?

Me tocó la buena suerte de conocer a Maryori Vivas en mayo de este año — una mujer inteligente, interesada en promover la gestión intercultural, además hermosa y de gran corazón. Un día espectacular ella me dió un tour increíble por el centro histórico de Bogotá, lleno de aprendizaje y risa. Desde entonces, ella me ha animado a escribir en español. Le agradezco de corazón por su ayuda, su tiempo, y su amistad. Ella confía en mí, y eso me impulsa a tratar aún más.

Como Bogotá y yo cumplimos años el mismo día — 6 agosto — Maryori me regaló este artículo. Me da muchísimo gusto poder compartir con ustedes aquí un blog escrito en español, con un mensaje tan sabio y palabras tan llenas de poesía. Espero que les guste.